domingo, 27 de julio de 2008

PONENCIA PARA LA CONFERENCIA EN GOTEMBURGO - SUECIA



DIVERSIDAD INCLUYENTE:
PERSPECTIVA JUVENIL EN SEGURIDAD, PAZ Y DEMOCRACIA.
COLOMBIA


“En efecto, los jóvenes constituyen uno de los grupos más vulnerables, pues a las condiciones de pobreza de las familias, se suman otras especiales de su edad, como son la asunción prematura del rol parental por orfandad, embarazo precoz, bajo nivel de poder en la familia y en la sociedad, presión social como si fueran adultos, falta de ofertas culturales y educativas y el estigma social”
Más allá del embrujo. Informe Sombra, 2005.


Reflexionar actualmente sobre la juventud nos enfrenta con la contemporaneidad, actualidad que cada vez se nos hace más difícil de aprehender frente a la velocidad y a la magnitud de las transformaciones sociales, tecnológicas, políticas y culturales. Nos remite a pensar en las anacronías, en la diversidad de tiempos históricos que cohabitan nuestras sociedades, en la coalición de valores y superposición de poderes, en las instituciones y los funcionarios, en los seres humanos adultos y ancianos, hombres y mujeres, con los que cohabita la juventud, los nuevos habitantes del planeta. Las nuevas generaciones se han convertido en la ventana por donde mejor podemos avizorar un presente y un futuro, que parece escapársenos de las manos.

En el mundo de hoy, de nuestro país, inmersos en un complejo de proceso de reestructuración institucional y socio-cultural, impulsada por los desarrollos y avances de la ciencia, la técnica, la tecnología y el conocimiento han concebido diseños estructurales, funcionales y procedimentales motivados por las diferentes influencias de las corrientes filosóficas, políticas, económicas y culturales, donde se modifica desde el Estado, pasando por los sectores productivos empresariales-sociales hasta el estilo de vida cotidiano tanto de lo rural como de la urbe.

“En el marco de estas reestructuraciones estamos frente a un estado que redefine sus relaciones con la sociedad y contrae la inversión social bajo un modelo conocido como el “Estado mínimo”. La democracia y una visión corresponsable de lo público entre el estado, el mercado y la sociedad civil se abrieron paso en los noventa. Hoy vemos que hay una gran indefinición de roles en la construcción de políticas públicas de juventud. Cada uno de estos sectores se pone con frecuencia en el lugar que no le corresponde y la juventud que debe tener también su lugar no lo ocupa. Los actores claves de las políticas públicas de juventud están desarticulados y asistimos en los últimos años a niveles notorios de conflicto entre actores del nivel nacional y actores del nivel local y de actores del nivel local entre ellos. También encontramos que hay una pregunta preocupada por la eficacia y la eficiencia de la participación social y política pues se dice que la situación de los jóvenes no ha cambiado a pesar de los esfuerzos realizados. La voz de los jóvenes se ve muy débil, las organizaciones juveniles están muy fragmentadas, los Consejos Municipales de la Juventud no han logrado ser representantes y una caja de resonancia de intereses y propuestas de los jóvenes frente a las administraciones municipales y tampoco han logrado ser interlocutores y asesores de dichas administraciones. Se nota un desencuentro entre las demandas de participación que las instituciones hacen a los jóvenes y la forma como los jóvenes participan. Estas últimas son percibidas por las instituciones como individualistas y demasiado centradas en el goce en contravías de lo que es la racionalidad política.”[1]




Por lo tanto, la sociedad debe reconocer en un país tan multicultural la coexistencia de similar grado de asociatividad en los jóvenes que va desde:
Percepción cultural y de expresiones simbólicas: donde se puede presentar una visión positiva, enmarcada en la creatividad, las ganas de vivir, de transformar al mundo, de seres proposititos y emprendedores, de una población juvenil organizada, que participa en actividades: deportivas, artísticas, de construcción colectiva de una sociedad más incluyente; y otra posturas no tan halagüeña, sustentada en los antivalores civiles (enriquecimiento momentáneo, sin virtudes, visión economicista, hedonismo, poco esfuerzo), en una concepción de vida negativo y destructivo, en los cuales están referenciados las bandas delincuenciales, grupos sectoriales pertenecientes a carteles de la droga, de la prostitución y del terrorismo que evidencian una perspectiva oscura de la juventud colombiana.

Otra percepción se encuentra en función de las condiciones socioeconómicas de l@s jóvenes, expresado por indicadores como de pobreza, desempleo, desnutrición, desescolarización que les atañen, “Después de una importante disminución de la deserción en la primera mitad de la década pasada, a partir de 1997 ésta se incrementó en todos los niveles como consecuencia de la crisis económica, la cual obliga a que los jóvenes abandonen sus estudios, tanto porque sus familias no pueden sufragar los costos asociados, como para trabajar y poder obtener ingresos adicionales para ayudar en el sostenimiento de la familia” (Ministerio de Educación 2004). La deserción escolar se convierte no solo en un agente que limita el desarrollo académico, sino que igualmente entra a ser obstáculo en la búsqueda de desarrollar potencialidades y capacidades de los jóvenes que habitan en sectores populares urbanos. En la medida en que consideramos a la educación como un factor que le puede permitir a este grupo poblacional tomar distancia de las problemáticas que le aquejan, la deserción escolar se convierte en un agravante de la crisis social.

Ahora, cuando se habla del tema de seguridad, se debe realizar una revisión a estas problemáticas, como el conflicto armado, ya que los grupos en contienda ven en la pobreza, marginalidad, desescolarización, desempleo y la desocupación, una oportunidad para la incorporación a sus filas (Angulo 2005). A esta situación se agrega la constante presión sobre los modelos de vida y de comportamiento de los jóvenes por parte de los mismos grupos: “La persecución a los jóvenes se agudizó desde diferentes frentes: el control de aspectos personales y cotidianos como el vestuario, accesorios y peinados; la instalación de un toque de queda para ellos y ellas a partir de la 6 PM y actividades de hostigamiento, especialmente en los raids fotográficos, o ‘las pintas’ o graffitis en las paredes, como los siguientes: ‘los niños buenos se duermen a las siete, a los malos los mandamos a dormir a las 8… AUC’ o ‘muerte a marihuaneros” (Coalición 2004).

Las ciudades del país continúan en expansión, fenómeno debido en gran parte a los procesos migratorios y los desplazamientos forzados (Codhes 2005). Se agudizan así problemáticas de hacinamiento, desempleo, necesidades básicas insatisfechas, crecimiento constante de la pobreza y marginalidad. En ese contexto, los usos, costumbres y estéticas propias de los y las jóvenes, particularmente de los sectores populares, son estigmatizados, y se convierten en un obstáculo para la consecución de empleo estable, o incluso para su integración urbana: “Las razones más frecuentes por las que se discrimina son: la raza, en especial hacia el negro, (…) por sus estéticas y lenguajes; por el estrato socioeconómico. Esos prejuicios que operan simultáneamente tienen, según los propios jóvenes, efectos adversos sobre sus vidas, pues les restan posibilidades de acceso al empleo, de circular por distintos espacios de la ciudad —centros comerciales, cines, establecimientos de esparcimiento, etc.— y en general, de ejercer los derechos como cualquier ciudadano” (Rengifo 2005).

Con relación a la seguridad de la mujer joven: “En el curso de los 40 años del conflicto colombiano, todos los grupos armados –fuerzas de seguridad, paramilitares y guerrillas han abusado o explotado sexualmente a las mujeres, tanto a las civiles como a sus propias combatientes (... ) Las mujeres y niñas son las víctimas ocultas de esa guerra” (Amnistía Internacional, 2004), como de los ataques, tratados degradantes, vejámenes que son tratadas las mujeres dentro y fuera del combate, casos como violaciones sexuales, exposición de desnudez de mujeres representante de comunidades indígenas, de imposiciones conductuales específicas rigurosas y otros tipos de torturas psicológicas y sociales: “Cuando los paramilitares entraron, sacaron listas de personas en los postes. Las acusaban de vicio. Dicen que por lesbianas y homosexuales, o por que son mujeres infieles [...] Han prohibido que las muchachas lleven ombligueras y descaderados. A los muchachos les han prohibido usar el pelo largo o aretes [...] En San Francisco a una muchacha en noviembre de 2002 le arrojaron ácido en el ombligo” (Amnistía Internacional 2004).

Con el panorama expuesto, se aprecia que la garantía de los derechos humanos para la mayoría de los jóvenes colombianos es todavía una tarea pendiente, y que las acciones del Estado se encuentran lejos de alcanzar la realización integral de los mismos. Para avanzar sobre este punto se debe tener en cuenta que el desarrollo debe ser constitutivo de la vida de las personas y no de las cosas, y estar relacionado estrechamente con la condición de calidad de vida, y a su vez con la realización de las necesidades humanas para vivir integralmente los derechos como ciudadano. Queda claro que la calidad de vida dependerá de las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales. (Max-Neef 1997), entendidas éstas como el terreno propicio para la trascendencia como ser humano en los ámbitos personal, social y en relación con el medio ambiente.
En este orden de ideas, se debe tener en cuenta que las políticas sociales deben estar orientadas a .asegurar los medios para el mejoramiento de la calidad de vida de la población, especialmente de los sectores excluidos y vulnerables, y construir un capital social que sirva de fundamento a la convivencia pacífica. (Velásquez 1994).

Es crítico el estado de cosas que ofrece la sociedad para una ontogenia integral, sólida, sostenible y humana en la juventud colombiana, que ofrezca verdaderamente alternativas-oportunidades en función de una configuración articuladora de los distintos procesos juveniles y proyectos de vida positivos particulares, se venga presentando desde años atrás y que por generaciones se ha irradiado a la sociedad, distribuyendo la inequidad y desventajas según el nivel socioeconómico del ciudadano, ya que priman ciertas condiciones para acceder a las garantías estatales, así mismo, la población joven es tomada como bandera de algunas campañas políticas en tiempos electorales, dada su vulnerabilidad y sensibilidad social para motivar al constituyente primario.

La mayoría de los y las jóvenes se desenvuelven dentro del sistema que los adultos han construido e intentan de desarrollar sus competencias, potencialidades y destrezas pero en algunos casos son abatidos por fuerzas internas (ortodoxas) del sistema que busca preservar el status quo, generando inquietudes en el sentido: ¿será que los defensores de ese sistema, cuando fueron jóvenes no se oponían a algo, es decir estaban siempre en concordancia con las directrices doctrinales?

“La juventud reclama que se le deje buscar, ensayar, acertar y equivocarse, que se les deje vivir la vida; que se les den herramientas, conceptos y elementos para que ellos y ellas mismas tomen sus propias decisiones y asuman sus propios riesgos. Se consideran a sí mismos con la capacidad de argumentar, de criticar, de proponer y de participar. Les piden a los adultos que los dejen realizar sus propias búsquedas. Piden que se les den las condiciones para que nos descubramos nosotros mismos. En dos sentidos: en la búsqueda de sí mismos, de sus aptitudes, gustos y deseos; y en la búsqueda de un lugar en el mundo, un lugar único, como la irrepetibilidad de seres humanos que somos. Si algo caracteriza a los hombres y mujeres jóvenes es su parecido con la actualidad, porque son, de manera privilegiada, más hijos de nuestro tiempo que nosotros mismos, los adultos.”(Cañas, 2003).

A pesar de la heterogénea institucionalidad de juventud existente, se aprecia una amplia gama de oferta programática para la juventud, que se ha incrementado considerablemente desde el año 1985. En la actualidad existen tanto programas globales de difusión y promoción de derechos, como sectoriales en empleo, educación y salud. Sin embargo, salvo contadas excepciones, los países carecen de programas específicos para jóvenes rurales, con enfoque de género o dirigidos a grupos con discapacidad.
[2]


La aplicación de seguridad democrática e intensificado la guerra y de manera alarmante la violación de derechos humanos en Colombia, ejemplo de esto es la creación de la zonas de rehabilitación y consolidación que han favorecido múltiples atropellos y arbitrariedades de las fuerzas militares contra la población civil, al mismo tiempo pretende con su estado comunitarios colocar al pueblo al servicio de la política de delación y señalamiento por medio de la redes de informantes, soldados campesinos y conformación de cuerpos civiles armados para el apoyo de las operaciones militares estatales y paraestatales.
Al igual es urgente la denuncia y oposición que debe hacérsele al aprobado estatuto antiterrorista, ya que esta atenta directamente contra la democracia y el estado social de derecho limitando las libertades individuales.
Así como también generar denuncias a los desaparecimientos y amenazas de los y las jóvenes organizados.





BIBLIOGRAFÍA.

Amnistía Internacional (2004). Colombia: Cuerpos marcados, crímenes silenciados: Violencia sexual contra las mujeres en el marco del conflicto armado. MR 23/040/2004, octubre de 2004.

ANGULO, Alejandro. Juventud y conflicto social armado, en: Revista Javeriana, Nº 717, agosto de 2005.

Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (2005). Informe de Derechos Humanos de niños y niñas en el 2004. Bogotá.

Codhes (2005). Desplazados en el limbo, en: Boletín Codhes Informa Nº 65, Bogotá 1 de febrero de 2005.www.codhes.org.co/boletin.php.

Max-Neef, Manfred (1997). Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro.

Ministerio de Educación Nacional, Informe Situación de la Educación Media en Colombia. Disponible en: http://www.mineducacion.gov.co/informe

Rengifo, Carmen. (2005). Jóvenes, conflictos urbanos y alternativas de inclusión. Pcuj, Bogotá.

Velásquez, Fabio (1994). Gestión local y política social, en Revista Foro Nº 37.





[1] Juan José Cañas Restrepo. Ciudadanía juvenil. Ultima Década Nº19, Viña del Mar, 2003.
[2] CEPAL, OIJ. La juventud en Iberoamérica: tendencias y urgencias.

No hay comentarios: